
La provincia de Buenos Aires comenzó a conformar una red de atención en neuromodulación, especialidad que se ocupa de mejorar la calidad de vida de personas discapacitadas por accidentes cerebrovasculares, Parkinson, parálisis cerebrales, y para aquellas que sufren tics generalizados por Síndrome de Tourette, movimientos involuntarios o dolores crónicos.
Se trata de una iniciativa del Programa de Neuromodulación de la Provincia, que constituye el único en su tipo en toda América Latina, y con el que se espera intervenir a unas 100 mil personas afectadas por estos males.
El ministro de Salud provincial, Alejandro Collia, presentó este Programa en el marco de la II ReuniónConjunta Argentino Brasilero de Neuromodulación que se realizó en el Faena Hotel de la Ciudad de Buenos Aires. De ese encuentro participaron el Presidente de la International Neuromotulation Society, Timothy Deer, y el presidente de la Asociación Brasilera de Neuromodulación, Osvaldo Vilela Filho.
El plan provincial cuenta con la coordinación de dos eminencias en el tema: los argentinos Fabián Piedimonti y Juan Carlos Andreani, quienes al mismo tiempo son presidente y vicepresidente de la Sociedad Argentina de Neuromodulación.
El ministro Collia, detalló que la neuromodulación y la rehabilitación quirúrgica “consisten en procedimientos quirúrgicos, principalmente neurológicos, que se utilizan para restablecer el equilibrio del sistema nervioso central, ya sea mediante la destrucción de las áreas que generan los trastornos o bien mediante la implantación de neuroestimuladores que permiten disminuir el dolor o atenuar los síntomas cuando otras alternativas terapéuticas no dieron resultado”.
En este momento los hospitales provinciales Vicente López y Planes de General Rodríguez, Ramón Carrillo de Tres de Febrero y Evita de Lanús se ocupan de dar respuesta a estos complejos trastornos. Por ejemplo, casos de Parkinson en los que a través de un neuroestimulador en el cerebro la persona deja de temblar y recupera el control sobre su cuerpo (ver recuadro).
“Esta iniciativa pone a disposición de todos los avances de la ciencia médica, sirve para poner en pie de igualdad en materia de salud a las personas con y sin recursos para costear estas complejas operaciones”, concluyó Collia.
LOS TESTIMONIOS
CONTROLAR EL PARKINSON
Veinticinco días después de haber estado 16 horas en un quirófano con el cerebro abierto, Oscar Tileret, médico, 62 años, enfermo del Mal de Parkinson, volvió a trabajar. El dato puede dar una idea de lo que significa ese 80 por ciento de recuperación que, afirma, logró en su cuerpo tras la cirugía mediante la que instalaron dos neuroestimuladores en su cerebro.
Oscar Tileret comenzó a percibir los síntomas del Parkinson hace 22 años. De ahí hasta diciembre del año pasado todo fue empeorando: la movilidad, el físico, la gran depresión que acompaña a los síntomas de un enfermo de Parkinson.
La cirugía, en este caso, se decidió porque tanto el paciente como la evolución de la enfermedad hacían que fuera posible: estaba fuerte para soportar la cirugía y ya no había chances con los medicamentos. Oscar tomaba 10 pastillas por día que su cuerpo no iba a soportar mucho más.
Ahora se dedica al sanitarismo y escribe un libro sobre su experiencia con el Mal de Parkinson y la neuromodulación. En su cabeza dos electrodos mandan señales eléctricas que inhiben la parte del sistema nervioso central que genera la enfermedad. “Esta intervención no es curativa, es paliativa, pero mejoró mi vida un 80 por ciento, los temblores y la rigidez cedieron mucho”, afirma Oscar que sigue en tratamiento y con medicación.
EL CASO DE GUSTAVO CORONA
Un día Gustavo Corona fue a ver al doctor Andreani y le dijo: “opéreme por favor o no sé lo que soy capaz de hacer”. Hace 15 años este hombre que hoy tiene 47 arrastraba un dolor insoportable, una tortura que se presentaba de repente en cualquier momento del día. Sufría de neuralgia glosofaríngea, una enfermedad rara con dolores tan pero tan intensos que llevan al desmayo. El dolor se localiza en la lengua, la garganta, el oído y las amígdalas y puede hacer perder las ganas de seguir adelante a cualquier persona.
La vida de Gustavo y la de su familia cambió después de la cirugía: ya no tiene más dolor. Eso significa, por caso, que puede llevar una vida normal con su mujer. Están casados hace 20 años, tienen tres hijos y ahora disfrutan de vivir sin el pánico de un ataque. Gustavo llegó a pasar 30 días internado tomando té porque cualquier otro alimento, el hecho mismo de masticar, podía desencadenar otro ataque.
Son casos así, de dolores terribles y que parecen eternos, que se tratan con métodos de neuromodulación, la especialidad de Andreani. En el caso específico de Gustavo se realizó una intervención intracraneal para quitar el nervio que producía el dolor. La cirugía fue exitosa y hoy Gustavo sólo tiene dolores de cabeza comunes como cualquier persona.
VOLVER A CAMINAR SIN DOLOR
María Moler tiene 65 años y hace poco volvió a caminar sin sentir que en ese acto se le iba la vida. No es que sufriera una parálisis en sus piernas. María no caminaba porque le dolía. Tiene un desplazamiento de vértebras en la zona lumbar de la columna, un problema que fue solucionado por el doctor Andreani con la colocación en su espalda de un neuroestimulador.
El dolor de María era terrible, continuo. Vivió diez años con un dolor que no se va, calmado apenas un rato con drogas fortísimas. En el medio la operaron tres veces pero el dolor continuaba aún más fuerte. Un día María fue derivada a una consulta con Andreani en el hospital provincial Vicente López y Planes de General Rodríguez. Ese día marcaría un cambio en el resto de su vida.
En el hospital le dijeron dos cosas: que podían quitarle el dolor y que debía hacer los trámites para obtener la obra social del Programa Federal de Salud (PROFE). María vive junto a su marido, sus cuatros hijos y un nieto en el barrio San José de Moreno.
A través del PROFE la mujer consiguió el neuroestimulador, que tiene un costo aproximado de 40 mil dólares en el mercado privado. La cirugía se realizó en dos horas y cuando salió del quirófano María sonreía: por primera vez en diez años no sentía dolor de espalda.
Ahora puede realizar las tareas del hogar nuevamente, como tender su cama o cocinar para sus hijos. La función del neuroestimulador es inhibir los mensajes dolorosos del sistema nervioso central, con lo que la persona deja de tener un dolor insoportable.