Paola Guzmán tiene 29 años y vive a más de 800 kilómetros de La Plata en una casa de campo de Cosquín, Córdoba. Pero hace 3 meses que está en La Plata. Es la primera vez que pisa la provincia de Buenos Aires y no para conocerla: su bebé tiene una cardiopatía congénita grave que solo puede ser tratada en el hospital provincial de Sor María Ludovica ¿Dónde vive Paola todo este tiempo? Y si el tratamiento del bebé es ambulatorio ¿Dónde viven los dos?
La respuesta tiene un nombre: la Casa Ludovica. Un edificio de 4 pisos, que cuenta con 30 habitaciones con baño privado y se encuentra a media cuadra del hospital provincial de Niños de La Plata , en 14 entre 64 y 65. Hasta ahora más de 700 madres, el 90 por ciento con sus hijos, estuvieron alojadas allí el tiempo que fue necesario para que sus chicos se recuperen. La casa nació como un proyecto de la Fundación Ludovica y está en marcha desde hace 2 años.
“La medicina puede curar pero el valor de la contención materna en la infancia es indiscutible”, reflexiona el ministro de Salud, Alejandro Collia. "Por eso -destacó-, “desde el ministerio apoyamos este hogar sustituto para momentos críticos y aportamos los alimentos y los servicios de limpieza y seguridad”.
El caso de Paola Guzmán es similar al de la mayoría de las mamás que pasaron por esta casa. Llegó a La Plata el 13 de marzo y vive allí desde el 10 de mayo. Antes estuvo internada junto a su bebé en el servicio de neonatología del hospital. Ahora que su hijo de solo tres meses está mejor pero debe esperar para una segunda operación mientras realiza un tratamiento ambulatorio, ambos viven en la Casa Ludovica.
Paola extraña, más que nada, a sus otras dos hijas de 5 y 6 años que quedaron en Córdoba, al cuidado del padre. No obstante agradece estar en la casa que, dice, se asemeja bastante a un hogar. Por eso, asegura Ana, coordinadora de la casa, es fundamental que las mamás se sientan bien, porque están lejos de su casa, luchando por sostener a su chiquito enfermo.
Actualmente se alojan allí 12 mujeres, 8 de ellas junto con sus hijos. En febrero de este año, la casa empezó a aceptar madres solas, cuyos niños están internados. “Nos dimos cuenta lo importante que es para ellas estar cerca del hospital y que, muchísimas veces, no cuentan con dinero para pagar un hotel y se quedan durmiendo en los pasillos, en la plaza, adentro de un auto”, explicó el presidente de la Fundación Ludovica , Guillermo Salas.
La Casa Ludovica se define como un hogar de tránsito que promueve la atención ambulatoria, para que el chico pueda estar el mayor tiempo posible en un ambiente que sea lo más parecido al de su hogar, cerca de su madre. Cuenta con 30 habitaciones en un inmueble de 4 pisos, en un terreno de 10 por 60. En el lugar, las madres pueden hacer todas las tareas que harían en sus casas y, además, los niños cuentan con diferentes espacios para juegos y recreación.
“Para nosotros la Casa Ludovica permite que los niños del interior puedan realizar un tratamiento sin necesidad de internación: eso nos permite tener más camas libres para otros casos y bajar el riesgo de que contraigan enfermedades o virus intra-hospitalarios”, afirmó el director del hospital Sor María Ludovico, Reinaldo Reimondi.
También destacó que “al ser uno de los únicos efectores para tratar enfermedades de altísima complejidad, recibimos pacientes de todo el país y la Casa nos ayuda en la contención de la familia, sobre todo del niño y su madre.
MADRE HAY UNA SOLA
Paola Guzmán comparte la casa con otras 11 madres de niños enfermos. Todas atraviesan una historia difícil en la que prima la esperanza, el amor hacia los hijos y el haber dejado sus hogares, otros hijos, maridos o novios lejos. En la casa pueden quedarse únicamente mujeres y niños. Y si la madre es menor de 18 años también puede quedarse la abuela del nene.
Ese es el caso de Belén Durso, una chica de 17 años que vive en la Casa Ludovica hace exactamente 107 días, unos 3 meses y medio. Belén tuvo a su primer bebé el 30 de enero en Morón. Los médicos le diagnosticaron Encefalopatía Hipóxica Isquémica, Gastrosquisis (nació con los intestinos afuera), y edema cerebral por el sufrimiento en el parto. Ella lo llamó Cristian y todos los días, desde las 10 hasta las 21, lo acompaña de cerca en la sala de neonatología, en terapia intermedia.
Como Belén es menor de edad, su mamá, Mirta Gómez, de 57 años, está con ella. Las dos cuentan lo importante que es la casa, lo difícil que sería de otra forma poder acompañar a ese niño enfermo tan lejos de casa. El nene podrá ser trasladado en pocas semanas a Morón, donde la vida diaria de Belén será más fácil, porque el hospital le quedará a 40 minutos de su hogar, en Ituzaingó.
Cuando llegan del hospital, las mamás se reúnen a tomar mate y a charlar en el salón de juegos para los chicos, al lado de la cocina. “Nos apoyamos entre todas”, cuenta Belén, que se hizo amiga de Gabriela Córrea, 30 años, mamá de 3 hijas y oriunda de Chivilcoy. Esta es la 17º vez que Gabriela se instala en La Plata , junto a su hija de Agustina de 13 años. La nena tiene Lupus Eritematoso Sistémico con complicación renal, y su tratamiento es para toda la vida.
Todas coinciden en que estar junto a otras mamás que atraviesan por situaciones similares las hace sentir más aliviadas. También quieren a esa casa que las reúne y dicen en medio de tanta lucha es el mejor lugar para no sentirse solas, para descansar y un desahogarse.